domingo, 11 de marzo de 2012

LA PROSTITUCIÓN
  1. Historia de la Prostitución
  2. DIFERENTES COSTUMBRES AL EJERCER LA PROSTITUCIÓN
  3. EL INGRESO EN EL MUNDO DE LA PROSTITUCIÓN
  4. CLASIFICACIÓN DE LA MUJER PROSTITUTA
  5. EL MUNDO DE LA PROSTITUTA
  6. LA PSICOPATOLOGÍA ENTRE LAS PROSTITUTAS
  7. LOS CLIENTES Y SUS NECESIDADES
  8. LA ACTITUD DE LA SOCIEDAD CIVIL
  9. CONCLUCION Y OPINIÓN PERSONAL

HISTORIA DE LA PROSTITUCIÓN


El concepto de prostitución a variado tanto según las épocas, como los pueblos y hasta desde el punto de vista jurídico, social y médico. Actualmente el concepto se ha extendido tanto en el campo de las investigaciones que según algunos autores como Wuttke afirman que existe la prostitución incluso en las especies animales.
En el género humano la prostitución se encuentra definida en las antiguas leyes atenienses. Solón su primer organizador le da como caracteres la variedad de individuos a los que se entrega la mujer.
En los tiempos de Roma el concepto se comprueba a través de las palabras de “quaestuosa” o que solicita, y “meretriz” o que comercia. La diferencia entre meretriz y la mujer de prostíbulo es que la primera ejerce su comercio clandestinamente y la segunda lo hace públicamente.
Las inscripciones Pompeyanas y algunos textos legales de su época excluyen del concepto de prostitución a la mujer adúltera o a la mujer que tiene un amante per incluyen a la mujer que mantiene relaciones clandestinamente.
Las leyes de Digesto no hablan para nada de la prostitución masculina hetero y homosexual, tan común sin embargo en la antigüedad, en cambio separa en la prostitución femenina los conceptos de prostituta vulgar ó “mullier quaestuaria” de los de concubina o que vive únicamente con un soltero.
Las ideas cristianas fijaron ante todo el punto de vista de la promiscuidad sexual para caracterizar la prostitución según se ve en una carta de San Jerónimo en la que se define a la prostitución como la que se entrega al vicio de muchos.
El derecho germánico no separó, como el romano, las diversas variedades de comercio carnal fuera del matrimonio, sino que las confundió todas en el mismo concepto limitándolas, sin embargo, a las mujeres libres y no a las esclavas. De estas fuentes legales nacieron las diversas definiciones desde el siglo XVII y que se han recopilado en un sin fin de publicaciones.
Existen indicios de que ya en los tiempos prehistóricos existía la prostitución, según las afirmaciones de algunos investigadores que llegaron a esta conclusión tras la observación de pintura rupestres.
En la Edad Antigua, Solón, político Ateniense creó unas leyes de organización para el estado, el objeto de las leyes solonianas era proteger el matrimonio y evitar el adulterio que castigaba con pena de muerte, las mujeres libres no eran admitidas en la clase de las prostitutas que se reclutaban exclusivamente entre las esclavas extranjeras, éstas debían pagar su contribución al estado en gran parte para la erección del templo de “Afrodita Pandemus”. Sin embargo aparte de la prostitución oficial existía una pribada libre de las HETAIRAS Y CONCUBINAS, cuya frecuentación no tenía nada de vergonzoso ni aún para los casados.
En los tiempos de Roma no se halla reconocida la prostitución hasta el siglo III a. De C, la extensión de la prostitución a Roma se debió al rigor de las leyes contra el adulterio y la seducción, que persistían aún durante el reinado de Augusto. Las guerras y conquistas de los romanos al aumentar enormemente el tráfico de esclavos favorecieron como consecuencia la prostitución.
Ésta se ejercía desde la infancia educando a propósito a las destinadas a ella y por cuenta de mercaderes o lenones de ambos sexos, se observaban una serie de condiciones como en un contrato cualquier, pudiendo liberarse las prostitutas por un precio fijo que pagaban sus amantes, se cree que en aquellos tiempos hubo de alcanzar la cifra de aquellas mujeres una proporción mucho mayor que en la actualidad.
No solamente en Roma sino en Corinto, Alejandría, Neápolis, Bizancio, Antioquía y Cartago, se contaban innumerables prostitutas, ya en barrios especiales ejerciendo libremente su oficio, generalmente como danzarinas y flautistas. No faltaban fiestas, a veces, con carácter religioso y a las que concurrían aquellas como las célebres Afrodisias y Dionisiacas, Floralias y Bacanales. Las cenas con mujeres de tal condición conservaban el nombre griego de SYMPOSION, eran frecuentes y muy a la moda reconociéndolo autores como por ejemplo Cicerón.
También existían algunas costumbres que se asemejaban a las modernas como la de los “Restaurantes galantes” o “Escuelas de Flautistas”
Los baños y termas eran asimismo punto de reunión de mujeres galantes y de los petrimetres de la época, conocidos por ARDELIONES. En los molinos, las tahonas, tiendas de vinos y aun en las calles y plazas eran comunes las escenas de prostitución por parte de las ALETRIS, ALICARIAE, AMBULATRICES Y NOCTILUCAE.
Había templos especiales, como el Isis de Romaque no eran mas que lugar de citas como también lo eran los Pórticos, Anfiteatros, las Arenas y aun los Cementerios conocidos son los lupanares de Pompeya y Herculano o casa de un solo piso, con cinco habitaciones reducidas, alrededor del vestíbulo pinturas e inscripciones obscenas y en la parte alta una sala y diversos aposentos con salida separada por otra escalera todo lo cual daba al lugar una atmósfera pesada, fétida y oscura. Estos lugares no eran constantemente habitados, sino simplemente alquilados de momento existiendo, no obstante, casas de habitaciones permanentemente con sus rótulos en las celdas expresando el nombre de guerra de las mujeres.
Se les consentía una serie de adornos sea de joyas o de riqueza de vestidos, predominando los colores púrpura y azafrán, los vestidos transparentes, las cadenas de oro, los pendientes, cinturones todo ello realizado con piedras preciosas. No era raro por otra parte el abuso de bebidas alcohólicas ni tampoco infrecuente el uso de abortivos de toda clase.
Los precios podían llegar a ser exorbitantes y tampoco eran raros los grandes regalos como dos colmillos de elefante de l0 pies de largo entregados por el emperador romano Carino a una mujer para que construyera con ellos una cama.
En la Edad Media no se rompió con las tradiciones de la antigüedad en lo referente a la prostitución, adoptando, por el contrario, muchos de sus puntos de vista. Se aprecia más bien una transformación gradual que una verdadera reforma en tan importante problema social por parte de los Gobiernos, filósofos y moralistas de la época. Donde más claramente se observa esta continuidad es en el Imperio bizantino, como puede colegirse de los escritos de Procopio y de Miguel Psellos.
La capital de los emperadores de los antiguos ofrecía en el barrio de Gálata el aspecto de los antiguos centros de prostitución de Grecia y Roma: lo propio puede decirse de Chipre y de Creta, que se hicieron célebres en este sentido, mencionándolos los viajeros extranjeros como Ibn batuta. La influencia de la prostitución bizantina se hizo sentir, asimismo, con todos sus refinamientos en el mundo musulmán. Las conquistas de los árabes en Siria y Egipto, tuvieron como consecuencia la adopción de costumbres del vencido, y así, la capital islamita de damasco parecíase en un todo a una ciudad griega. En general, la prostitución en las ciudades medievales y especialmente las del Norte, adoptó la forma cerrada de los burdeles, aunque no faltaban casos de la ambulante en forma de danzarinas o tafiedoras de harpa y cítara.
Entre los árabes se encontraban tales artistas con el nombre de mumisa , voz derivada del griego mimás, siendo muy celebradas en las poesías árabes como el diván de Mutalami. Los judíos habían mantenido las prohibiciones seculares de los libros sagrados con respecto a la prostitución, aunque la influencia griega se había traducido en una tolerancia muy extensa en la práctica. Flavio Josefo menciona ya la existencia de numerosas prostitutas, por más que no parece hubiera una verdadera organización de las mismas entre el elemento exclusivamente judío. Si el Talmud menciona casos que recuerdan las costumbrs grecorromanas, es sólo por efecto de la influencia de las mismas, existiendo sectas intransigentes como las de los Esenios que vedaban toda relación sexual ilícita. La sociedad cristiana no adoptó el punto de vista ascético y por tanto prohibitivo, sino que estableció la tolerancia desde los primeros tiempos, no faltando, con todo, sus protestas y reacciones momentáneamente victoriosas.
En general las prostitutas de la edad Media ejercían su comercio como gremio reconocido, figurando en las entradas solemnes de príncipes en las poblaciones festejándoles con ofrendas de flores. No era infrecuente tampoco que las visitasen entonces grandes dignatarios, que, por otra parte, las obsequiaban con regalos para bailes y festejos. Tal ocurrió en Viena durante el reinado del emperador Segismundo en 1435 y en Praga en el del emperador Alberto II.
Las ordenaciones acerca del comercio de las prostitutas eran tan comunes como minuciosas, negándoseles, sin embargo, el derecho de ciudadanía a partir del siglo XV. Se las obligaban a usar trajes especiales, separándolas de las mujeres honradas incluso en las tumbas, se les reservaba lugar aparte en las iglesias. No debe olvidarse tampoco que la escasa población y menor riqueza de las ciudades medievales impidieron el lujo y esplendor que acompañó al desarrollo de la prostitución en Grecia y roma. Sólo en el Oriente Bizantino e islamita se hallan ejemplos que recuerdan los de las modernas urbes mundiales en esta parte. Donde más parece haber concentrado el ejercicio de la prostitución es en las grandes villas universitarias, como Padua, Florencia, París, Heidelberg, Oxford y Salamanca.
Los moralistas no cesaron de clamar contra esta proximidad, cual lo demuestran en el siglo XIII las invectivas de Jaime de Vitry. Lo propio se observa en Italia por parte de Eneas Silvio y del Panormita, condenando la inmoralidad de los estudiantes de Siena. Era deber de los rectores vigilar que los estudiantes no salieses de noche para evitar la frecuentación de tales mujeres. Sin embargo, tales disposiciones eran poco respetadas, renovándose sin cesar con los abusos y escándalos, que se venían sucediendo.
La influencia de la prostitución ambulante en las ferias y mercados es uno de los rasgos característicos de esta época que excedió considerablemente a la antigüedad en tal concepto. Lo propio puede decirse de las grandes fiestas populares, como las de los Santos, de Pascua y Carnaval, de los torneos, de las cortes, peregrinaciones y romerías.
En cuanto a las grandes expediciones militares, como las de las Cruzadas, no hay que decir que los puertos de mar, como Hamburgo, Venecia, Nápoles y Lisboa, eran un centro de una enorme prostitución, como lo atestiguan las poesías de la época. No poca influencia ejercieron también en ella las gentes de condición servil, que no dejaron de existir en toda la Edad Media. Así, en Bizancio, a pesar de las prohibiciones de la emperatriz Teodora, hubo un gran tráfico de esclavas, lo propio que en Italia y en Grecia, no obstante renovarse los edictos persiguiendo tan vergonzoso trato. En las mancebías estaban tratadas las mujeres como verdaderas esclavas, y lo propio acontecía en todo el Oriente musulmán, lo que se refleja en la literatura de aquel tiempo.
En la Edad Moderna, a pesar de la influencia del Renacimiento y del descubrimiento de América, pocas modificaciones introdujo en tal estado de cosas. La aparición del terrible mal gálico o de Nápoles, coincidió con las guerras de Italia que trajeron como consecuencia la diseminación por todo el continente de las prostitutas de aquel país. Las obras de buenaventura-Desperiers, lo propio que la de Béroalde de Verville, enseñan hasta que punto la moda italiana se había enseñoreado de Francia, y otro tanto puede decirse de España, donde todo los transalpino hallaba acogida favorable.
Las regulaciones introducidas para combatir el contagio venéreo, se tradujeron en reglamentos contra la prostitución, que no hacían más que repetir los antiguos. Aquella triunfaba en realidad, no ya en las grandes ciudades solamente, sino en las mismas cortes, como de ello dan ejemplo la disolución de la de los Valois y los Médicis. El fausto y la ostentación de las favoritas de los monarcas y magnates, como Diana de Poitiers, Gabriela d' Etrées y tantas otras, no eran para desarraigar el vicio cada día más extendido. Las riquezas del Nuevo Mundo, aumentando las que ya existían por el comercio de Oriente, hicieron crecer el número de mujeres galantes, figurando en ellas sin pudor alguno, incluso damas de renombre en Italia.
El siglo XVII no sólo presenció la prostitución femenina, idealizada, por decirlo así, en la persona de Marión Délorme, sino que toleró el escandaloso espectáculo de la prostitución masculina, como de ello ofrecen ejemplo los meninos de Luis XIII y las anécdotas de Taillemant des réaux. Ningún país se vió libre de tales escenas, que verdaderamente subieron de punto en el reinado de Luis XIV y la Restauración inglesa. Las pinturas del conde de Gramont, las obras festivas de Quevedo y las sátitras de Pope y Prior demuestran lo escandaloso de la prostitución en todas las esferas sociales.
Lo propio cabe decir del siglo XVIII, inaugurado con la corrupción de costumbres de la regencia. Felipe de Orleans y el duque de Borbón precedieron sólo en sus liberalidades a las favoritas a los días de Luis XV y del Parque de Ciervos. Si a veces una feliz casualidad hacía cuando menos dorar por los esplendores del arte la bajeza del vicio en regias amantes, como la marquesa de Pompadour, las más de las veces no conducía sino a ruinosas prodigalidades. De ellas dieron ejemplo con sus mancebas el rey Augusto de Sajonia y el célebre ministro conde de Bruhl, que consumieron las rentas de sus estados.
La condición del promedio de las prostitutas no había variado mucho, sin embargo, viviendo la mayor parte de ellas en la mayor miseria, tiranizadas sus amas y sujetas a la arbitrariedad de la policía. Si en algún país, como Inglaterra, escapaban a la vigilancia gubernativa, por no existir legalmente en esta parte, su estado no era mejor en el fondo. De ello dan ge las comedias de Gay y las sátiras y libelos de la época, como los de Jonhson y Francis.
Entre las gentes acaudaladas y la clase nobiliaria el hábito de las cenas galantes contribuyó en gran manera a difundir la prostitución con apariencias más cautivadoras e inofensivas. Sin embargo, el número de mujeres entretenidas era verdaderamente asombroso en las grandes capitales, algunas de las cuales, como Venecia y roma, no eran más que centros de cortesanas, como se ve en las obras de Rousseau y de Casanova.
La tormenta revolucionaria francesa no acabó con la prostitución, como de ello dan ejemplo las obras históricas de los Goncourt, y sabido es el alcance que tomó durante el directorio, donde se plagiaron a su manera las costumbres grecorromanas.
Consolidada ya la paz europea y con el advenimiento de un nuevo estado de cosas, cesaron los escándalos de prostitución en las altas esferas, pero no por ello dejó de existir en otra forma. La fama de las entretenidas y mujeres galantes francesas, tan popularizada en las obras de dumas y de Murger, fue vervaderamente universal. La idealización del tipo de la pecadora por amor comenzada en la Manou Lescant y renovada en la Dama de las camelias, dio nuevos aspectos al problema social que estudiamos. Sea como quiera, la organización de las prostitutas no varió en lo esencial a pesar del cúmulo de reglamentaciones en todos los países, hasta llegar a la ausencia completa de ellas, como en la América del Norte. En cuanto a las dilapidaciones y prodigalidades con tales mujeres no dejaron de existir, alimentando la crónica escandalosa de la época, como lo atestiguan los nombres de Lola Montes y de Cora Pearl.
La prostitución de menores, la única perseguida por la ley, iba tomando, sin embargo, nuevos vuelos; no cesando de clamar contra ella los moralistas de todos los países.
Acerca de la prostitución entre los pueblos primitivos, hay que distinguir, ante todo, entre prostitución como plaga social, en el sentido que se le da comúnmente en nuestros días, y prostitución de carácter religioso, tal como existió en algunas de las civilizaciones primitivas, como Egipto, Fenicia y Babilonia.

DIFERENTES COSTUMBRES AL EJERCER LA PROSTITUCIÓN


Como forma embrionaria la prostitución puede citarse como la costumbre vigente en las islas Palaos. Allí las mujeres, no sólo las doncellas, sino también las casadas, acuden a las asociaciones de jóvenes, viviendo en ellos más o menos tiempo, según las circunstancias.
El explorador Semper refiere de una isleña que le dijo: <<Entre nosotros, cuando dos consortes tienen graves desavenencias, la mujer se va al bais más próximo: si el marido luego quiere reconciliarse con ella, ha de dar una cantidad de dinero al clobbergoll (asociaciones de hombres) al que pertenece el bais; si no da la cantidad pierde todos los derechos que sobre ella tenía. Así ella sigue viviendo en el sobbergoll hasta que otro hombre, más poderoso la compra.>>
En dichas islas, dice Schurtz, no representa deshonra alguna para la mujer vivir en el bais en calidad de armungui (prostituta).
En las Carolinas, la mujer que ha tenido por primera vez trato sexual con un hombre solvente, puede, como armungui, ir con los extraños o casarse o hacer vida en el blolóbol. En el primer caso es pagada por un hombre determinado, pero conserva la libertad de ir con otros; en el segundo, forma con otras mujeres de la tribu o localidad una sociedad(blolobol), trasladándose a otra localidad en donde ejercen la prostitución, y el dinero que recogen lo reparten los caudillos de la propia tribu entre los individuos y familias de ésta.
En Melanesia la prostitución es una especia de substituto del amor libre. En Florida, por ejemplo, los jefes de las tribus destinan las mujeres de mala conducta a la prostitución, viviendo éstas en las casa del jefe, con obligación de entregarle una gran parte de sus ganancias.
En África la esclavitud ha ejercido gran influencia en la prostitución, pues la mayor parte de las prostitutas son esclavas; sin embargo, allí también, como en otros sitios, se ve comprobado que la prostitución tiene su origen en el libre comercio sexual. Así, en la costa de Oro, primitivamente, unos cuantos jóvenes compraban una esclava y la llevaban a una choza especial, en donde ella se entregaba indistintamente por una pequeña remuneración. Los compradores de las esclavas percibían una gran parte de las ganancias que hacían aquéllas y cuidaban de su subsistencia. En Dahomey, el rey era propietario de las tales, viniendo ellas obligadas apagarle tributo. En África ecuatorial está muy extendida la prostitución hospitalaria, considerándose allí, por la mayor parte, la mujer como un medio lucrativo superior en beneficios al comercio de esclavos. Se da a menudo el caso de entregar los hombres sus mujeres a los extranjeros ricos.

EL INGRESO EN EL MUNDO DE LA PROSTITUCIÓN


La imagen convencional de la primera experiencia en la prostitución ha sido comúnmente la de la inocencia engañada o, a juzgar por las biografías de numerosas prostitutas, una experiencia gravemente traumática. Sin embargo, para la mayor parte de las mujeres que llegan a la prostitución desde una base previa de promiscuidad prematrimonial, la transición no es traumática, y para algunas, incluso, puede constituir el comienzo de un tipo de vida mucho más cómodo y sujeto a menos presiones.
En realidad, incluso en el siglo XIX las condiciones de trabajo de las prostitutas inglesas aparecían ante algunos observadores como menos dañinas físicamente que el trabajo en las fábricas o el agotamiento producido por los continuos embarazos. Los efectos dañinos de la prostitución son mucho menos obvios: dependen de la penetración cada vez más profunda en el mundo de la prostitución, unida a la disminución de als relaciones e trauma específico producido por al entrada en el mundo de la prostitución, este aparece más a menudo en las mujeres, sobre todo en las mujeres de clase media, que no han experimentado un condicionamiento previo a través de contactos sexuales múltiples con una diversidad de hombres.
Con el declinar del burdel, o casa de prostitución, la experiencia del aprendizaje de la prostitución depende actualmente de las relaciones bilaterales entre la aprendiza y una prostituta con mayor experiencia o un hombre que hace las veces de protector. La experiencia del aprendizaje entraña más cosas que la mera cuestión de acostumbrarse al intercambio del dinero por el coito, aunque este es el dilema central, esencial, de la prostituta. Supone también los métodos de aproximación a los hombres, la fijación del precio y su cobro, el manejo de la relación sexual y la despedida del cliente. Cada una de estas tareas requiere hacer explícito aquello que estaba implícito en todos los contactos sexuales anteriores, ya que, por numerosos que hayan sido, siempre existió la posibilidad de considerarlos como parte de una estructura de relaciones sexuales de tipo convencional.

...Cayó dueña del negocio de prostitución 'prepago' en Chiquinquirá...


Clara Elena Marín Gil 
reclutaba jovencitas, a las que prostituía a través de catálogos en todo el occidente de Boyacá y por medio de teléfonos celulares.


Durante un mes, la Dijín de Bogotá y el Distrito de Policía de Chiquinquirá le hicieron seguimiento a la mujer, de 37 años y oriunda de Armenia (Quindío), radicada en la región hace varios años. Según la Policía, Marín manejaba un grupo de por lo menos 20 menores de edad, que ofrecía a hombres adinerados de la región, incluida una pariente cercana. Se trata de muchachas que, deslumbradas por el dinero y los lujos, abandonaban sus familias y lugares de origen.


"Las menores cobraban una tarifa de 80 mil a 100 mil pesos, por un rato, y 300 a 500 mil pesos por la 'amanecida'. Además, los clientes deben pagar entre 50.000 y 100.000 pesos por cada niña que la indiciada les presentara para que prestara sus servicios sexuales", dicen los informes de la policía.


También se pudo establecer que los padres de las menores desconocían a qué se dedicaban sus hijas, y que Marín Gil las contactaba en Chiquinquirá y municipios vecinos.


En el momento de la captura, fueron rescatadas dos menores de edad (de 14 y 15 años), quienes fueron puestas en poder del Instituto de Bienestar Familiar. Una de ellas había sido reportada como desaparecida, meses atrás.


La mujer es procesada por inducción a la prostitución (proxenetismo), uso indebido de medios de comunicación y trata de personas. Ya fue sometida a dos audiencias públicas y espera a que un juez de conocimiento le dicte sentencia, que podría ser de cinco a 10 años. Mientras tanto, está detenida en una posada de la ciudad.

CLASIFICACIÓN DE LA MUJER PROSTITUTA

EL MUNDO DE LA PROSTITUTA


La cultura de la prostitución, como todas las culturas, está compuesta por una serie de otros “yo” significativos que reclaman el tiempo, la energía y el afecto de la prostituta. La entrada en este mundo exige a la prostituta que efectúe abundantes modificaciones en los mecanismos mediante los cuales ella define a los demás. Estas nuevas definiciones invalidad irremediablemente muchas de sus antiguas y más tradicionales definiciones. Pero las viejas definiciones pueden todavía ejercer una influencia latente en la prostituta, y hacer que quede enredada por ellas, de una u otra manera, precisamente cuando más metida está en su nueva experiencia.
El mundo de la prostituta se halla compuesto por otras prostitutas, por clientes, alcahuetas y terceros; en algunos casos, por proxenetas, y en otros, por amantes lesbianas, y finalmente por policías y otros agentes del orden. Las relaciones con otras prostitutas son enormemente complejas, per parecen llevar consigo en todas las circunstancias un nivel no despreciable de antipatía y explotación mutuas. El contenido de las conversaciones suele limitarse a la vida profesional, ya que la esteriorización de la personalidad a otros niveles invita a la explotación, dada la creciente vulnerabilidad social de la prostituta. De todas maneras, el hecho de que comparta un tipo especial de alienación y el distanciamiento social de la sociedad convencional en que se encuentra fuerzan a la prostituta a relacionarse más con las restantes protitutas, ya que no hay otras personas con las que pueda compartir la casi totalidad de su experiencia diaria.
Las relaciones con los clientes son igualmente difíciles. Se manejan con mucho mayor facilidad cuanto menos se asmejan al tipo de relaciones normales, cuanto menos características poseen de este tipo de relaciones. Así, la muchacha del burdel, que vive en un mundo hecho de otas prostitutas y que sirve a una clientela de clase baja, es menos propensa a crear lazos con los clientes y los ve muy fácilmente como una serie de objetos reemplazables. La call girl (cuyo teléfono conocen clientes escogidos), por el contrario, debido a que ha de aparecer en público con sus clientes de manera que aparente ser absolutamente normal, corre el riesgo de comprometerse emocionalmente con ellos. Este lazo emocional se expresa en solicitudes para que paguen los honorarios de abogados, las fianzas o, en general, para que les ayuden cuando tienen problemas lo que da como resultado típico un intenso odio cuando no lo hacen. En tales casos, y debido a que subsiste aún un residuo de la antigua relación, está claro que la prostituta no ha realizado una separación total entre su vida profesional y su vida personal. El fracaso en lograr una separación del tipo señalado puede explicar también por qué las call girls manifiestan a menudo más profundos sentimientos de antipatía ante sus clientes que las prostitutas callejeras o de bar. La dificultad del papel de la call girl se complica aquí con su posible origen de clase media, por lo que puede estar más comprometida con la ética del amor y ser más vulnerable a la desilusión.

LA PSICOPATOLOGÍA ENTRE LAS PROSTITUTAS


Se pueden concebir todos los tipos de desviación de la normalidad al menos como parcialmente causantes del desarrollo de una psicopatología importante. Una de las principales funciones de la cultura de la prostitución es minimizar este potencial proporcionando un sistema de otros “yo” significativos que hacen el papel de la comunidad y la cultura. Aunque se conocen bastantes pruebas de la existencia de una psicopatología entre las prostitutas, esta queda probablemente reducida gracias a la existencia de la cultura de la prostitución. Al mismo tiempo, la existencia de esta cultura significa que se produce una reducción en la capacidad de la prostitución para retornar a la sociedad normal.
El potencial principal de formación de la patología se encuentra en la amalgama de sexualidad y dinero a su nivel más explícito, lo que se complica con la naturaleza de los métodos de control que la sociedad invoca. Debe aclararse que dicha patología, tal y como de hecho existe, se halla distribuida de manera desigual, y probablemente se da con mayor frecuencia entre las mujeres de clase media que ingresan en la profesión que entre aquellas que llegan a ella desde otro tipo de origen social.
Una de las figuras destacadas en el mundo de la prostituta y que tiene una gran importancia el la del rufián o chulo. Según Jean-Gabriel Mancini, abogado en el tribunal de apelación de París, el chulo es el verdadero responsable de la prostitución. Por lo general, es él quien, habiendo seducido a la muchacha, la obliga a prostituirse y a entregarle la mayor parte de sus ganancias.
Según los especialistas, el 80 % de las prostitutas tienen un rufián. Este se caracteriza por rechazar toda ocupación habitual y por el uso de la violencia con respecto a la prostituta, para obligarla a una rentabilidad máxima. A veces un hijo natural que la chica trata de criar sirve de medio de chantaje a su rufián: si ella no aporta suficiente dinero, le quitará el hijo. Sin embargo, no está ausente la afectividad en la pareja que forman la prostituta con su rufián: <<lo que se hace por `trabajar' no puede llenar el corazón, decía una de ellas a un periodista, ¿por qué no habríamos de tener también nosotras un marido como las demás mujeres? También yo tengo necesidad de amar. Si no fuera así, no necesitaríamos un rufián>>.

LOS CLIENTES Y SUS NECESIDADES


Los clientes de las prostitutas las utilizan por diversas razones. Las motivaciones de muchos hombres, especialmente aquellos de las clases bajas, son a menudo simplemente de desahogo sexual o de deseo de experimentar un contacto sexual nuevo, a través de una nueva mujer o de un método tabú (normalmente, el contacto buco-genital). Sin embargo, para muchos otros hombres, normalmente de la clase media, con el contacto con las prostitutas suele ser un hecho más complejo y está rodeado de una mayor ambivalencia.
Naturalmente, existen las motivaciones de novedad de la pareja y de la técnica sexual, pero parece que la falta de responsabilidad futura por las consecuencias del contacto sexual constituye también un factor importante. Como quiera que muchas de las barreras institucionalizadas puestas a la actividad sexual están relacionadas con el mantenimiento de la familia y el aseguramiento de su porvenir, el contacto con una prostituta es importante para muchos hombres, ya que les permite un desahogo sexual sin que su comportamiento se vea controlado. La culpabilidad que sigue a la violación de las normas da normalmente mayor profundidad e intensidad al carácter erótico de la relación, como también lo hace la situación degradada de la prostituta, que ofrece unas relaciones sexuales sin que haya que ofrecer a cambio cariño y sustento.
Además la prostituta proporciona un contacto sexual que no requiere del hombre la tradicional inversión de tiempo y esfuerzos necesarios para llegar a coito, y lo deja libre para otras ocupaciones. Los frecuentes contactos con prostitutas por quienes asisten a congresos, convenciones, etc., o se encuentran alejados de casa por otras razones, hace pensar en el aflojamiento de los controles sociales necesarios para que tales contactos tengan lugar.

LA ACTITUD DE LA SOCIEDAD CIVIL

Cara a la represión de prostitutas, cabría objetar -y así se hace desde diversos ambientes- que la pasión natural del hombre, su desarrollo sexual “normal”, exige “desahogos” ocasionales. Para estos tales, la prostituta sería un fenómeno inevitable. Sin embargo, en las grandes ciudades, el desarrollo sexual se caracteriza por una hiperactividad prematura -fruto de la permisividad- que constituye una excitación puramente ficticia del instinto. El instinto desempeña en la prostituta un papel mucho menos importante de lo que se afirma, y gran parte de lo que se ha considerado como “fisiológico” es, sin duda, un mal social, atajable. Muchas de las prostitutas han llegado a ese modo de vida por una serie de circunstancias ambientales; de ahí que la prostituta pueda ser combatida eficazmente por medio de una política social que modifique aquellos factores ocasionantes (vivienda, educación, igualdad de salarios respecto al hombre, cualificación profesional, etc.) y que proteja a las jóvenes contra las solicitaciones de personas u organizaciones proxenetistas.
Pero lo importante es eliminar las causas morales; algunas tienen su raíz en aquella pretendida dualidad de las diferentes morales en materia sexual exigidas al hombre y a la mujer; es un objetivo a largo plazo que deberían proponerse los diferentes movimientos feministas. La solución no será, en ningún caso, rebajar el nivel de exigencia moral en las mujeres -como reclaman solapada o explícitamente algunos de estos movimientos-, sino más bien elevar la actitud moral en la conducta de los hombres; terminar -por parte de la autoridad pública- con el permisivismo social, promover una política de protección a la familia, elevar el nivel de educación moral y subvencionar suficientemente centros e instituciones para la reinserción social de estas mujeres.
La sociedad civil no puede reprimir todos los vicios, pero la tendencia actual es suprimir los sistemas de reglamentación de la prostituta e implantar el abolicionismo, persiguiendo la prostituta practicada con proteccióln y reclamo escandaloso.

CONCLUCION Y OPINIÓN PERSONAL

Una vez hemos expuesto todo el tema, hemos de decir que la prostitución es característico de cualquier época, es algo complicado una vez que se está dentro, es algo por lo que se está absolutamente marginado y recriminado y es algo difícil de erradicar hoy día.
La prostitución actual se ve quizás mucho más peligrosa que en cualquier otro momento. La mujer prostituta, sobre todo la callejera, debe luchar diariamente con todo un cúmulo de circunstancias en contra que acucian su situación: la delincuencia, la drogadicción, la marginación social, las dificultades económicas, … y que se constituyen como un círculo vicioso del que es muy difícil salir.
Otros problemas de la sociedad, como suelen ser la inmigración ilegal, recurren a estos medios para introducir a mujeres en estos mundos a través de la trata de blancas, prostíbulos ocultos, … de los que el mundo exterior no tiene conocimiento y en los cuales estas mujeres se ven introducidas sin saberlo y sin poder salir del mismo.
Además otro gran problema, como es la gran plaga del siglo, el sida, encuentra en este grupo de riesgo un medio de propagación veloz.
En mi opinión, la prostitución no puede erradicarse, en vano son los esfuerzos si se piensa en ello, puesto que siempre ha existido y siempre existirá mientras que haya un cliente que pague por ello. Así que combatirla desde el punto de vista de la represión no sería el más adecuado.
Asumir su existencia, como un fenómeno que está ahí y combatirla desde otros ámbitos como son desde el punto de vista legal, no acusando a la prostituta sino a aquellos delitos penales que la rodeen, desde el punto de vista social, intentando abrir otros caminos y otras posibilidades de desarrollo económico y desde el punto de vista higiénico-sanitarias, desarrollando el campo de la prevención: embarazos, drogadicción, enfermedades venéreas, … que mejoren las condiciones de trabajo de estas mujeres.