domingo, 11 de marzo de 2012

EL INGRESO EN EL MUNDO DE LA PROSTITUCIÓN


La imagen convencional de la primera experiencia en la prostitución ha sido comúnmente la de la inocencia engañada o, a juzgar por las biografías de numerosas prostitutas, una experiencia gravemente traumática. Sin embargo, para la mayor parte de las mujeres que llegan a la prostitución desde una base previa de promiscuidad prematrimonial, la transición no es traumática, y para algunas, incluso, puede constituir el comienzo de un tipo de vida mucho más cómodo y sujeto a menos presiones.
En realidad, incluso en el siglo XIX las condiciones de trabajo de las prostitutas inglesas aparecían ante algunos observadores como menos dañinas físicamente que el trabajo en las fábricas o el agotamiento producido por los continuos embarazos. Los efectos dañinos de la prostitución son mucho menos obvios: dependen de la penetración cada vez más profunda en el mundo de la prostitución, unida a la disminución de als relaciones e trauma específico producido por al entrada en el mundo de la prostitución, este aparece más a menudo en las mujeres, sobre todo en las mujeres de clase media, que no han experimentado un condicionamiento previo a través de contactos sexuales múltiples con una diversidad de hombres.
Con el declinar del burdel, o casa de prostitución, la experiencia del aprendizaje de la prostitución depende actualmente de las relaciones bilaterales entre la aprendiza y una prostituta con mayor experiencia o un hombre que hace las veces de protector. La experiencia del aprendizaje entraña más cosas que la mera cuestión de acostumbrarse al intercambio del dinero por el coito, aunque este es el dilema central, esencial, de la prostituta. Supone también los métodos de aproximación a los hombres, la fijación del precio y su cobro, el manejo de la relación sexual y la despedida del cliente. Cada una de estas tareas requiere hacer explícito aquello que estaba implícito en todos los contactos sexuales anteriores, ya que, por numerosos que hayan sido, siempre existió la posibilidad de considerarlos como parte de una estructura de relaciones sexuales de tipo convencional.

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